lunes, 26 de septiembre de 2011

Viajes: Chicago

Tengo el blog un poco abandonado, pero entre vacaciones y viajes estamos que no paramos. Vamos con un post sobre turismo, que hacía tiempo que no me dedicaba a ello.

Chicago. La ciudad del viento (y doy fe, aún habiendo ido en Septiembre), una de las más importantes de EEUU (tercera en número de habitantes tras NY y LA), de los Bulls del mítico Michael Jordan, del tren elevado y del blues y el jazz. He podido pasar unos días en el estado de Illinois, y concretamente el fin de semana en el centro de Chicago y aquí va mi comentario.

Aunque no es la primera vez que voy por una gran ciudad de EEUU, es inevitable sentirse abrumado si viajas en coche por la noche y te adentras en una megaestructura de rascacielos, con miles de luces iluminando en la noche. En este país, donde su historia se remonta a pocos cientos de años, es difícil encontrar monumentos, sitios emblemáticos como plazas con esculturas, castillos o templos con mucha historia. Sin embargo, lo que de verdad es digno de ver es lo enorme que es todo, empezando por los edificios, pero hay mucho más.

Situada a orillas del lago Michigan, que tiene más de la mitad de la superficie de Andalucía, goza de un clima agradable en verano, pero de mucho frío e intensas nevadas en invierno, ya que está muy cerca de Canadá. Lo que yo he visto es que el tiempo puede cambiar mucho de un día para otro, desde estar soleado y hacer calor a hacer un intenso frío y llover al día siguiente. Se acerca el invierno, como dicen en Juego de Tronos.

Chicago tiene numerosos rascacielos, siendo el mayor la Torre Willis (antes Sears), que es el edificio más alto de EEUU. Una cosa que te das cuenta cuando estás a los pies de estos monstruos es que es difícil hacer la foto! Una vez que estás dentro de "The Loop", hay tal densidad de edificios tremendos que pierdes el norte. Me pareció una ciudad con muchos más rascacielos y con mayor densidad de los mismos que San Francisco o que Los Ángeles (a falta de ir a Nueva York). De hecho, la arquitectura es muy rica y modernista, gracias en  parte a que el incendio de 1871 destruyera gran parte de la ciudad, lo que dio espacio a la creatividad de numerosos arquitectos innovadores.



Por tanto, la mayor atracción es la arquitectura. A pesar de que tiene grandes museos (de arte, de ciencia, industria, planetario, acuario....), a estas alturas estoy un poco saturado de los mismos, y para el poco tiempo que tenía preferí pasear por la ciudad.


También hay que visitar el Millenium Park y la gran atracción turística, "The bean", una figura abstracta con la superficie pulida que actúa de espejo y distorsiona la imagen según por dónde la mires. Es una paranoia, y bastante divertido mirarla desde todos los ángulos, tratando de sacar los rascacielos en una foto del reflejo.



Otro interés, para mí, siempre es la gastronomía, los lugares de ocio, y una manía que tengo es los supermercados, para ver qué tipo de cosas se consumen (esto siempre es recomendable, se puede pasar un buen rato viendo la cantidad de chorraditas que no conocemos en nuestro país).

En cuanto a la gastronomía, bueno, se trata de una cultura gastronómica adoptada. Aparte de la clásica hamburguesa, que dicho sea de paso, nunca había probado una tan buena como la del "RB Grill" que pedí con salsa de bourbon,  el resto de cocinas son de otros países. Concretamente, se han sabido introducir bien los restaurantes italianos (dónde no), los mexicanos (buenísimo), y lo oriental, que en esta ocasión lo di por convalidado.

Lo típico es una pizza cuya masa tiene el grueso de una cacerola, que es donde se hace, y con salchicha entre otras cosas. Tiene más alimento que el pan élfico, pero que está sinceramente buena. Aunque por la pinta hace pensárselo, merece la pena probarla. El restaurante más típico, "Pizzería Uno", tiene unas colas tremendas y no lo recomiendo porque por dentro es pequeño. Se puede visitar la "Pizzería Due", una manzana más abajo (mucho más grande) o la cadena "Giordanno´s", sin esperas, que no visité.


También son dignos de mención los desayunos o los brunch (mezcla de breakfast y lunch). Esta gente se pone hasta las botas, y yo no sé como son capaces de volver a su casa si no es rodando, porque ya no hace falta comer en varios días con los platacos que se meten para el cuerpo. Muy recomendable el restaurante "Lou Mitchell´s", con una amplia carta y un frenético ir y venir de numerosos clientes. Se come bastante grasa, cierto, pero hay algunas cosas que hay que probar, como las french toasts. En definitiva, con la comida, me costó trabajo ver qué podía pedir que no fuera a hundirme súbitamente en caso de caerme al lago.

En cuanto a locales de música en directo, intenté ir a varios, pero al final sólo pude ir a dos garitos de blues en directo. Uno de ellos, "Blue Chicago", es un bareto no muy grande, bastante viejo, donde había un ambiente bastante auténtico y buena música. Mejor que describirlo aquí hay un video cortito:


También estuve en "The house of blues", aunque el local (mucho más grande y moderno) y la banda que tocó me gustaron menos. En cualquier caso, es un must see, como dicen ellos, hay que verlo. Y eso que el blues no es lo mío. Me quedé con ganas de ver algo de jazz. Además, existen teatros para ver comedias, musicales, etc. Hay bastante oferta en este sentido.

Otra atracción es la "Magnificent Mile", un tramo de la Avenida Michigan donde se pueden encontrar las marcas más prestigiosas de moda, joyas, etc. En fin, las tiendas no son lo mío, y de esta clase menos. Si eres como yo, tan solo merece la pena echar un vistazo rápido. Otra cosa no hay. Muy difícil encontrar una tienda de discos, todavía no me lo creo (no era así en California, sniff!). Lo divertido es entrar a Zara para encontrar precios el triple que en España. Lo que confirma mi teoría de que las cosas valen siempre lo que puedes pagar por ellas.

Y también el "Navy Pier", un muelle que contiene un parque de atracciones pequeñito, pero que cuando lo visité me pareció bastante pobre.

Finalizando con el turismo, aunque se pueden ver las vistas desde la Torre Willis (con suelo transparente), también se puede acudir al edificio de John Hancock, el segundo más alto, en la otra punta del centro de la ciudad, que tiene un restaurante de buffet y un bar en las plantas 95 y 96 respectivamente (mirador en la 94). Algo caro, pero merece la pena por ver las vistas tomando algo, más que ir a un mirador.

Y quería añadir un comentario, crítica personal, observación sobre el modo de vida en EEUU, que nadie se ofenda. No me baso en esta visita solamente, ya que he vivido allí por algún tiempo. Pero me centro en los días que he pasado en un pueblo de Illinois, aparte de en la gran ciudad.

Me llama mucho la atención las distancias que hay entre las casas. El coche es la vida. Coches tremendos, claro. Grandes distancias entre cualquier cosa, y al llegar al destino, tampoco hay un centro neurálgico en el que puedas disponer de cualquier cosa. Esto pasa por poder diseñar ciudades disponiendo de terrenos enormes, al contrario que en Europa, que las ciudades fueron creciendo con los siglos. Esto conduce a la cultura del hogar, de adornar el jardín, las casas, celebrar las fiestas de Halloween y demás cositas, hacerte tus propios pasteles. Pero no pude evitar sentir una sensación de soledad, quizás sea una visión personal. Parkings enormes casi vacíos. Tiendas enormes con paquetes de comida enormes para poder hibernar o recluirse en un bunker si hiciera falta. Familias divididas entre estados, que se visitan por navidad. 

Desde luego, el país de las oportunidades, no sé si hoy tanto, pero me sigue pareciendo muy disperso, con mucha diferencia entre estratos económicos de la sociedad. No obstante, sigo muy interesado en viajar por aquel país, a Nueva York, a Nueva Orleans, ... Ya iremos.  

1 comentario:

  1. Qué envidia. Me encantan los viajes urbanos y Chicago es uno de mis destinos pendientes. Mi anterior profesor de inglés era de allí y me daba clases en una época en la que fui de vacaciones a Nueva York. Le comenté que quería visitar también su ciudad pero no tenía tiempo, y me dijo que cuando lo hiciera me iba a encantar. Cuando le pregunté si me recomendaba algo que hacer en Nueva York me sorprendió: no había estado allí nunca. De hecho me confesó que los americanos no son nada "city-goers", si vives en una gran urbe te miran raro si dices que quieres ir a otra por placer y, bien pensado, tiene mucha lógica.

    Y no tenía ni idea de que la Sears Tower ya no se llamara así.

    ResponderEliminar